Veneno de espinas.

Acaricié mi alma

envuelta en tu ser.

Creencia violenta,

liberé paz.

Me caí desde arriba,

desde lo alto de una montaña

y mi piel sangró al sentir el roce

de aquello que mi mente negaba.

Por fin,

los dibujos hicieron presencia.

Borrosos e imprecisos

Me sacudieron.

Me destrozaron.

Me permitieron conocer la verdad.

Rogué un camino distinto

una distancia ajena

un hogar cálido,

mientras las piezas del cuadro

formaban una imagen temible,

desoladora y cruel.

Las gotas se derramaron

en una melodía familiar

de un poema de espinas.

Inocente,

admiro el cielo

pero no te encuentro brillar

en ninguna estrella.

Escucha mi lamento

entierra tu dolor

envenena todo

y déjame morir con él.

Libérame,

Rompe mis cadenas

y no pediré nada más.

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